jueves, 20 de diciembre de 2007

Origenes del shiatsu -Epilogo-


La “terapia por el tacto”, la primera con la que tuve contacto, es también la que le dio su título al libro del Sr. Katsuzô Nishi (1), célebre por su “método de Nishi” que, al utilizar también la presión, es cercana al Shiatsu.
Hoy en día, circulan sobre la misma técnica una obra sobre la “terapia por la palma de la mano”, en la que se cura el mal simplemente por el tacto de la palma de la mano, esta había sido publicada anteriormente por el Sr. Toshihîko Eguchi junto con un libro escrito por uno de sus discípulos.
El libro sobre el “Shiatsu-Seïtaï”, uno de los seis volúmenes de la colección completa sobre los “Métodos de tratamiento familiar” del Sr. Kurakichi Hirata (2), cuyo nombre, luego del de, el Sr. Nishi, fue ilustre en el ámbito de las terapias manuales, a pesar que no tuvo gran impacto en el público y no volvió a ser publicado luego de su primera edición; pero por su particularidad, no deberíamos dejar de referirnos a él. En aquella época, cerca de finalizar la guerra, tuve la oportunidad de ver en Kyoto el tratamiento presentado bajo el nombre “psicoterapia de Hirata”, tratamiento durante el cual, al encenderse una llama adentro de uno de aquellos embudos que se utiliza en psicología en las pruebas de percepción, este último se desplazaba de derecha hacia izquierda sobre la piel.
Recuerdo haber dudado sobre la real posibilidad de curar una enfermedad con ese método. Mi hermano me había regalado un libro llamado “libro del destino”, escrito por el mismo Kurakichi Hirata, yo había sobrevolado el texto, pero en esa época no me daba cuenta hasta que punto el Sr. Hirata era un hombre de un profunda afinidad con nosotros. Sólo pude concebir realmente la dimensión de su obra el día en que me lo explicó el autor que escribió una serie de artículos sobre la vida y obra del Sr. Hirata en la revista “Medicina oriental”.
Se puede tener un vistazo general del libro en cuestión gracias a la presentación del Sr. Oguro, ya que esta obra era uno de los seis volúmenes de la colección “Los métodos de tratamiento familiar” publicados uno tras otro en el sexto año de Shôwa (1931). El Sr. Hirata me había precedido en la facultad de psicología de Kyoto. Estudiaba y escribía para perfeccionar su teoría y sistematizar científicamente su método de tratamiento, y lo había explicado desde la perspectiva de la medicina oriental, como un método de Shiatsu por el Ho y el Sha practicado sobre los meridianos y los Keïketsu. Además había descubierto lo que desde entonces pasó a llamarse “las zonas de Hirata” (3), cuyos efectos comienzan a llamar la atención en el ámbito del Shin-Kyû, y es una lástima que haya fallecido tan joven, a la edad de cuarenta y cuatro años, antes de que terminaran las investigaciones.

Desde entonces, el Shiatsu había tomado prestada toda su teoría a la medicina occidental, para desmarcarse mejor del Anma. Los Tsubo del Shiatsu se explicaban de este modo únicamente en términos de estímulos ejercidos sobre el sistema nervioso y los vasos sanguíneos; el Sr. Hirata, sin embargo, al realizar una síntesis de las medicina occidentales y orientales y al investigar asimismo sobre los meridianos, hizo que estos se convirtieran en la base misma del tratamiento. Anunciaba que la “Terapia psicológica” que había creado permitía obtener simultáneamente los efectos combinados del Shin y del Kyû y que, también desde el punto de vista psicológico, la forma ideal de tratamiento médico se encuentra en las terapias manuales del Oriente.
El Shiatsu y el Seïtaï subrayaban hasta entonces la especificidad de su propia técnica manual y el mérito del Sr. Hirata, al publicar un ensayo intitulado “Shiatsu-Seïtaï”, fue haber realizado metodológicamente una síntesis, pero sin la intención de fusionarlas con el Shiatsu, por cuestiones de conveniencia legislativa. Originalmente, las técnicas manuales se encontraban reagrupadas bajo la denominación común de “Doïn-Angyô”. Sin embargo, se dividieron luego en “Shiatsu” y “Seïtaï” debido a que cada escuela quería guardar las distancias, a presiones administrativas y a la solicitud de autorizaciones de ejercicio legal separadas como “quiropraxia” o “osteopatía” o “Seïtaï”, etc.… debido a sus diferencias teóricas. Y esa es la situación actual del ámbito de las terapias de manipulación, perdida en esfuerzos sin sentido. Además, dentro de cada método como el Shiatsu, el Seïtaï, la quiropraxia, etc.…, como cada escuela reivindicaba su autenticidad y se ostentaba a sí misma por su particularidad, el mundo de las técnicas termina por dividirse cada vez más. Por lo tanto, ya nadie discute sobre el valor de la técnica manual en sí, y aún menos sobre el conjunto de su teoría desde un punto de vista global de la terapéutica médica.
Tengo una gran admiración por el notable punto de vista del Sr. Hirata, que, ya en la época del renacimiento de las terapias manuales, a principios de Shôwa (años 1930), tenía la perspectiva de sintetizarlas.

Dejemos por un momento de lado al Sr. Hirata y pasemos al Seïtaï. Antes de que las terapias de manipulación hayan sido clasificadas (por la ley) de cinco maneras, siete con el Seïtaï y las terapias de carácter espiritual. Entre estas últimas, una parte de ellas se convirtió en escuelas de carácter religioso, otras permanecieron fuera de los controles legislativos y las que utilizaban técnicas manuales, al igual que el Seïtaï, se reagruparon con el Shiatsu. En el Seïtaï también existen algunas escuelas no incluidas en el Shiatsu legal actual que trabajan en desarrollar un nuevo proyecto de ley sobre las terapias.
Ahora presentaré a los terapeutas que perpetuaron esta técnica, de los cuales algunos, a principios de esta época (contemplando la legislación) se presentaban como terapeutas “de Seïtaï”, y otros, entre los terapeutas llamados “de Shiatsu”, que en realidad practicaban el Seïtaï. Nos preguntamos si el Shiatsu y el Seïtaï son realmente diferentes entre sí y si la quiropraxia, la osteopatía, etc.… deben ser consideradas como técnicas a parte. Examinaremos cuál era la situación de la creación del Shiatsu en esa época.

En relación con el Shiatsu, que consiste en encontrar los nudos, los bloqueos y la mala condición de circulación que existen dentro del organismo y en volver todo esto a su estado normal mediante la presión, el Seïtaï se distingue porque consiste en encontrar las distorsiones del organismo desde lo externo y utiliza varios métodos para volverlo a su condición normal. El eje del Shiatsu es esencialmente la presión, mientras que el del Seïtaï es el movimiento; es decir que en el Seïtaï se trata de corregir las distorsiones del cuerpo mediante el movimiento. En este aspecto del modo de corregir, realizar a sí mismo los movimientos corresponde al Dôin y hacerlos con la ayuda de otro corresponde al “Gyo” del Angyô.
El Seïtaï está constituido por todo lo que se califica en el “Sou-Wenn” como “Dôin-Angyô” y por todo lo que no se encuentra en el Anma. Por lo tanto en el Seïtaï existen varias formar de proceder, desde la que con el acompañamiento complementario de una técnica manual cura principalmente con movimientos que uno mismo efectúa, hasta la que corrige exclusivamente gracias a movimientos que la otra persona le hace hacer; cualquiera sea el método, corregir por el movimiento es el principio de la base del Seïtaï. Todas las técnicas terapéuticas manuales de Occidente tienen sus formas específicas de proceder, pero todas pueden ser globalmente ubicadas en esta categoría del Seïtaï.

Shinîchi Yamada, Tensô Fukunaga, Reïgaku Yamakawa, Rin Hiraga, Nobuo Takahashi, Fusagorô Nakaï, entre otros terapeutas, escribieron obras relacionadas con el Seïtaï y formaron discípulos. Entre ellos, el Sr. Takahashi había dado en llamar su método la “técnica del cuerpo perfecto” y un tal Sr. Hashimoto, un cirujano que había aprendido la técnica, la sistematizó según teorías de la medicina oriental y la presentó bajo el nombre de “terapia por las cadenas musculares”.
El Shiatsu y el Seïtaï, al no formar más que una sola cosa desde el punto de vista de la ley, se denominan uniformemente “Shiatsu”, pero los que practican principalmente el Seïtaï pueden reconocerse al hecho de realizar generalmente sesiones de tratamiento relativamente cortas, de aproximadamente 20 a 30 minutos, también en los casos más extensos. El Shiatsu, cuyo tratamiento se realiza exclusivamente por presión, requiere aproximadamente una hora, y hasta más. Es indispensable que el Shiatsu hoy en día realice una síntesis de ambas técnicas, perfeccionándolas para lograr un Shiatsu más eficaz. En este caso, se puede afirmar sin duda alguna, que el Sr. Hirata fue el primero que avanzó en ese sentido.
Después de la guerra, aumentó el número de pacientes de mi madre y, progresivamente, mi padre fue cambiando de profesión y se puso, a su vez, a ejercer el Shiatsu. Como había sido profesor de Judo durante el tiempo en que estuvo en la marina, ya conocía la técnica del Judo-Seïfuku (técnica correctiva utilizada en el Judo) (4) y cuando los pacientes requerían esta técnica, adaptaba el Kyôseï (5) (“técnica de justa corrección”) con el Shiatsu. Yo mismo, al tener mucho tiempo libre en mi vida universitaria luego de haber sido desmovilizado y también con motivo de la difícil etapa de posguerra en que no se tenía mucha oportunidad de dedicarse a los estudios, me limité a ayudar a mis padres con esta atareada profesión familiar, también porque mis hermanos, una vez liberados de sus obligaciones militares, habían vuelto a preparar sus exámenes. Quizás la obsesión de mi madre había sido orientada hacia mí. Al haber practicado también el Judo en la universidad, conocía la técnica de mi padre, y unificándola con el Anpuku de mi madre y la experiencia que yo mismo había adquirido hasta entonces, pude desarrollar mi propio método de tratamiento.
De ahora en más, para ejercer el Judo-Seïfuku, se necesita una licencia diferente a la del Shin-Kyû, del Anma y del Shiatsu y su campo de intervención normalmente se encuentra limitado a la reducción de fracturas, luxaciones, esguinces, contusiones y demás problemas de articulación. Pero como en los casos urgentes, se puede seguir el tratamiento sin prescripción médica y con reintegro del organismo de previsión social, el tratamiento se realiza con mayor amplitud. En el Seïfuku también existen cosas similares al Seïtaï, pero resulta ser que, debido a un estudio insuficiente de la presión, no siempre se logran buenos resultados, aun utilizando la radiación eléctrica u otros métodos. Muchos profesores de Judo que perdieron su empleo luego de la guerra se convirtieron al Seïtaï, enalteciendo de este modo el nombre del Shiatsu al combinar en su práctica de forma sintética diferentes técnicas manuales.
Luego de que el Seïtaï haya sido reagrupado con el Shiatsu pocos profesionales se dispusieron, en realidad, a aprender ambas disciplinas. O más exactamente, al haberse fusionado únicamente sus denominaciones bajo el único título de “Shiatsu”, ambas técnicas siguieron, y aún siguen transmitiéndose según el sistema que cada una tenía al momento de su creación. Cuando uno mismo crea un nuevo método utilizando simultáneamente varias técnicas diferentes, se da a conocer una nueva escuela con una nueva denominación.
Esta situación aún se da en la actualidad. Y, debido a que cada uno reivindica la autenticidad de su propio método y su origen tradicional, nadie desea crear la oportunidad de estudiarlo comúnmente junto con los demás terapeutas o de organizar discusiones públicas. Aunque la denominación “Shiatsu” hoy en día es un término conocido internacionalmente, encierra una realidad confusa que proviene del tiempo de su creación y que aún hoy subsiste.
Luego de haber catalogado la medicina occidental de “medicina generadora de patologías”, el Sr. Katase, entonces célebre por su teoría sobre la “acidosis sanguínea” (6), emprendió la formación de una “Asociación por la recuperación de la medicina oriental” con la intención de realizar una síntesis de las diferentes formas de medicina oriental, incluidas las medicinas empíricas. La ceremonia de inauguración de esta asociación tuvo lugar durante la guerra y pude asistir con mi madre cuando era estudiante de la universidad. Participaron varios médicos y diferentes Maestros de terapias empíricas de la región occidental (Kansaï) (7), así como varios terapeutas de Shiatsu. Lamentablemente, esta asociación se disolvió luego del fallecimiento del Sr. Katase. Patrocinadas por su continuador, el Sr. Oura, presidente de la editorial “Ningen Igaku” (“Medicinas humanas”), pudieron realizarse nuevas reuniones en los últimos tiempos bajo el emblema de una sociedad llamada “Medicina sintética”. De este modo, se creó un marco en el que los que practican diversas terapias pueden dar públicamente a conocer sus investigaciones, aunque las intervenciones de terapeutas de Shiatsu todavía no parecen ser muy numerosas.
En el ámbito del Shiatsu y del conjunto de las terapias de manipulación, es indispensable que se creen ocasiones para estudiar y debatir en común y que se ponga en pie una representación a escala nacional, tal como existe en el ámbito del Shin-Kyû.

Bajo el título “Medicina científica del Kantô (8) y medicina pragmática del Kansaï”, el autor del “Libro rojo” escribía al final de su re edición del trigésimo primer año de Shôwa (1956): “Ya que la apertura de Japón hacia la cultura europea se originó en la región oriental, es normal que en esa región mucha gente confíe ciegamente en la ciencia y sólo admita lo científico. Es una pena para ellos. En la región de Osaka, en cambio, no hay muchos lugares en que se pueda oír la flauta del Anma (9). Allí, los métodos físicos y terapéuticos del Anma, del Shin-Kyû y del Shiatsu tienen el público a su favor y la gente tiene mayor confianza en el pragmatismo que en las teorías científicas, encontrándose más atraídos por terapias que dieron resultados por la experiencia. En Tokio, la gente considera las inyecciones como la panacea y ya ni intentan curarse gracias a los métodos físicos, bajo pretexto que no son científicas. Tengo el presagio de que estas ilusiones de la región oriental pronto van a sufrir una completa alteración y que vendrá el tiempo del arrepentimiento.”
Para que pudiera implementarse una legislación, el Shiatsu hizo del eslogan “El Shiatsu no es el Anma” su lema de batalla, y, por este mismo motivo, tomó prestada la teoría de la medicina occidental al momento de su creación. Hoy por hoy, subsisten los disensos entre los adeptos del Shiatsu y del Anma, como si fueran adversarios, y los profesionales del Shin-Kyû, por su parte, no estudian las terapias manuales, al considerarlas subalternas; del mismo modo, unos y otros se niegan a asociarse para trabajar conjuntamente en el seno de la medicina oriental. No se trata de una cuestión de valor o de esencia respecto del tratamiento médico en sí mismo: la discusión tiene su origen en las divisiones que se crearon por disensos de carácter político o por cuestiones de susceptibilidad personal.
Después de la guerra, la región oriental tomó el mando, haciéndose cargo incluso del estudio y del conjunto de la medicina oriental y el poder dominante pasó a manos de quienes creían ciegamente en la ciencia. Las medicinas orientales, por consiguiente, parecen haber adoptado conductas más científicas y positivas y progresivamente se fueron alejando cada vez más del hombre como ser humano. Los aparatos médicos, instrumentos de análisis y medios informáticos desempeñan de ahora en más un papel importante en la terapéutica médica, teniendo como resultado una mano de obra que se reduce cada vez más, lo que, a su vez, provoca que se restrinja cada vez más la subjetividad humana y hasta que se vuelva posible hacerle frente a la diversidad de los individuos a partir de las máquinas.
Las terapias manuales, desde el punto de vista científico, constituyen el ámbito que permaneció más atrasado, pero, a pesar de no contar con ninguna organización ni teoría terapéutica en común, son las que parecen tener más partidarios. Es imposible determinar si las predicciones del “Libro rojo” se cumplieron o no, sin embargo, en la mismísima región oriental, las diversas formas de terapias manuales terminaron por tener representación. Todo especialista que presenta su escuela o su método tiene su personalidad propia, gracias a la cual obtiene resultados más allá de su simple habilidad técnica. Pero seguramente entre las formas prácticas ejercidas, pocas son realmente personales, como es el caso en el Shiatsu, en que se puede decir “un terapeuta, una escuela”.
Siempre me opuse a la formalización del Shiatsu en escuelas. Es cierto que en las terapias manuales existen principios para obtener resultados terapéuticos, principios que deben ser los mismos para todas las terapias. Pero cuando se fija la forma de su terapéutica dándole una denominación oficial, el tratamiento en sí toma distancia de la personalidad propia del terapeuta. Cuando se quiere dar una denominación a un método a una escuela, necesariamente se deben definir sus características; a partir de ese momento y por encerrarse en esas características, se termina por dejar de lado su personalidad. Así fue como, al lamentarse por no estar a la altura del Shiatsu porque la forma de uno de sus dedos que servía a la presión no le permitía doblar el dedo según el ángulo enseñado, un terapeuta, en una escuela, se deformó el dedo golpeándolo con un martillo… Cuando semejantes reglas – como por ejemplo, fijar exactamente el modo del tacto de los dedos o el grado de intensidad de la presión, etc.… - se toman al pie de la letra, se llega al formalismo que convierte al terapeuta en el protagonista del tratamiento. El objetivo de la etiqueta del arte del té no está en las recomendaciones o en las formas prescritas sino en dar de beber un buen té a los invitados. Es precisamente lo que Jinsaï Ohta, autor del “Anpuku Zukaï”, quería expresar cuando escribía: “Si un principiante practica durante mucho tiempo siguiendo el orden mencionado en esta obra, alcanzará un excelente nivel. Sin embargo, el ser humano es un ser vivo y el tratamiento una técnica viva, uno no debe permanecer atado unilateralmente a principios sino tomar las medidas que se imponen en función de las circunstancias. Cuando ya se alcanzó cierto nivel, ya no se debe permanecer atado al orden prescrito”.
Investigar los orígenes de la historia de una nación se traduce en general por una intención de encontrar una orientación hacia el futuro, a partir la época de la creación de esa nación. Algunos, quizás, puedan juzgar poco serio que yo, al no haber vivido en la época de la creación del Shiatsu, escriba sobre sus orígenes. Pero yo les contestaría que, también en el ámbito del Shiatsu, se vuelve necesario el método histórico, que consiste en observar objetivamente y con cierta distancia respecto de los giros de los acontecimientos. Si me tomé el atrevimiento de hablar con franqueza de muchos casos, añadiendo las diversas impresiones percibidas en mi entorno, es porque tenía la intención de encontrar en ellas un sentido de futuro para el Shiatsu, por el que siento tanto afecto.

Cuando se vuelve hacia atrás en la historia de las terapias manuales, se puede ver que esta historia comienza en realidad con el Téaté (10), que constituye el origen mismo del tratamiento médico. El Téaté había sido sistematizado bajo la forma del “Dôin-Angyô”, que, entre todos los métodos presentados en el “Sou-Wenn” – el tratado médico más antiguo que se conoce – era el utilizado en la región central. En el “Hanshu-Yuwen-Zhi” (11), en la sección “Shinsen” (12) (técnicas de longevidad), las terapias manuales (Dôïn-Angyô) se sitúan entre los métodos de salud relacionados con la dietética y el Kikô (13) (técnica de circulación del Ki). En el sistema médico profesional instaurado en Japón en el siglo VII, inspirado en el sistema médico chino, se instituyeron grados de “doctor”, “terapeuta” y “aprendiz” para el Anma, paralelamente a los que existían en la medicina, la acupuntura y el Jûkin (14) (técnica de exorcismo). En la época de Heïan (15), el Anma era considerado como “Haratori” (o Anpuku, práctica manual sobre el abdomen). Sin embargo, en la era Edo, esta técnica, que ya no se practicaba, llegó a la situación que se describe al principio del “Anpuku Zukaï”: “La mayoría de los que hacen de esta técnica su profesión son ciegos, viudas, gente que cayó en la pobreza o estudiantes sin recursos, que sólo la consideran como un medio para ganarse la vida, este es el motivo por el que se la subestima”. Pero, ¿acaso se la subestima únicamente por la condición de los que la ejercen?.....
Cuando las terapias manuales pueden ser fácilmente reproducidas por los mismos profanos, no hay motivos particulares para esforzarse en estudiarlas. Por eso, existen muy pocos tratados didácticos referidos a estas terapias, tal como ocurre con el Töeki (terapéutica por medicamentos) o el Shin-Kyû, debido a la dificultad de presentar estas terapias con palabras. Cuando los documentos sobre los métodos terapéuticos son escasos y muy pocas personas se dedican a su estudio, resulta natural que la posición social de estos métodos disminuya y que lo mismo ocurra con el nivel de las personas que los practican.
Esto también sucede hoy en día. Aunque la cantidad de personas comprometidas con estas prácticas es realmente superior a la que se dedica al Shin-Kyû, dejando afuera las pocas obras de vulgarización para el público, prácticamente no existen libros especialmente dedicados a las técnicas manuales como sí existen sobre el Shin-Kyû. Rara vez los terapeutas manuales aprenden mediante libros y no son frecuentes los congresos de investigación científica sobre estas terapias en los que sea válido publicar investigaciones dignas de ser consignadas en los documentos oficiales. Cada uno hace alarde de sus buenos resultados felicitándose a sí mismo, pero no existen prácticamente datos a la hora de aportar pruebas. La práctica de esta técnica por parte de los terapeutas menos calificados es el resultado de la facilidad de dicha técnica y de la escasez de libros sobre el tema.
El Shiatsu vio el día gracias a profesionales que no podían contentarse con terapias manuales tan corruptas – como el Anma en aquel tiempo -, profesionales que no habían podido ser convencidos por la medicina occidental y que tenían la experiencia de los efectos terapéuticos de los tratamientos manuales.
Al afirmar la especificidad del Shiatsu, tenían suficiente impulso y espíritu científico para poder mostrarse como los competidores del Anma, del masaje y de la medicina occidental. Esto les dio la energía para crear el Shiatsu. Cuando, además, el público mostró cierta reticencia ante la disciplina del Shiatsu, que ellos habían estudiado con tanto esfuerzo, se aplicaron con más impulso en perfeccionar su técnica con la finalidad de convencerlo. Y una vez que la sociedad lo aceptó, que se estableció una legislación, que el diploma pudo obtenerse fácilmente en una academia y que se creara un ámbito propicio, en que de ahora en adelante fuera posible ejercer el Shiatsu como profesión propiamente dicha, los terapeutas de Shiatsu, ya sin el mismo ímpetu, terminaron por no interesarse más que en el dinero y en promocionar su nombre.
Los tiempos heroicos de la creación del Shiatsu habían quedado en el pasado. Ante la admiración actual por el Shiatsu, sin que exista ninguna teoría sistemática ni ninguna base técnica, la realidad es que cada escuela obra a su gusto y presume de sí misma pero no se registra ningún progreso desde la época de la creación del Shiatsu.

El camino que opuestamente tomó el Sr. Kurakichi Hirata en los seis volúmenes de su “Colección de las medicinas populares”, publicados en poco tiempo en los primeros años de Shôwa (años 1930), muestra la difícil cuestión sobre la que no debemos dejar de interrogarnos así como el motivo por el que el Sr. Hirata no quiso proceder a la reedición de su colección. Se puede decir que este era el camino correcto que en aquella época debía tomar todo terapeuta que buscara perfeccionar su método terapéutico y organizar científicamente su teoría.
Mientras que las terapias manuales orientales se alineaban con las teorías de la medicina occidental, el Sr. Hirata, en cambio, intentaba realizar una síntesis de unas y otras. Y escribía: “Las teorías de la medicina occidental y lo que constituye la esencia de los métodos del Kanpô, al realizar progresivamente su síntesis de manera práctica, científica y metodológica, están tomando la forma de una “medicina de Kôhô” (16) (propias de Japón). Quise hacer el intento de desarrollar una nueva teoría del Shiatsu-Seïtaï haciendo una síntesis de las terapias de manipulación de Occidente y del Anma-Dôin de Oriente”. En su mente no se trataba simplemente de reunirlas, lo que habitualmente se hacía, sino que su objetivo era lograr una unificación de estos principios y de esta síntesis resultó la reciente teoría sobre las “zonas de Hirata”
Una investigación histórica que no desemboca en la creación de algo nuevo es puramente arcaica. El respeto por lo clásico sin buscar explotar nuevas técnicas no es más que fe ciega y no es “Onko Chishin” (17) (“en lo antiguo, lo nuevo”).
Considero excelentes las investigaciones del Sr. Hirata y lamento que el objetivo que perseguía, al no permitir la publicación de una segunda edición antes de completar su colección, se haya visto interrumpido por su muerte. Sus conceptos básicos, sin embargo, fueron desarrollados a principios de la era Shôwa y durante treinta años se registraron progresos en todos los campos. Recientemente descubrí que mis investigaciones eran cercanas a las que él mismo había realizado, simplemente porque la orientación de mis investigaciones coincidía con la suya; pero, a pesar de todo, pude dar cuenta de las limitaciones propias a la época en sus concepciones y, en cuanto a mí, tengo cierto orgullo en percibir en mis estudios actuales un nuevo paso hacia adelante y una forma más acabada.
En el futuro, otros se destacarán más que yo y deberán a su vez aportar nuevos avances que permitirán acercarse cada vez más a la perfección.
El Shiatsu de la actualidad, cuyas bases remontan al tiempo de su creación, alcanzó una época en que debe realizarse una síntesis completa para confiar su futuro desarrollo a los que vendrán.

(1) Katsuzô Nishi (1884-1959): ingeniero civil de formación, aprendió la medicina clásica como autodidacta. Luego de haber estudiado las medicinas naturales y las terapias empíricas, estableció su propio sistema terapéutico, conocido como “método de Nishi” – método basado en cuatro principios esenciales de higiene de la piel, higiene alimenticia, mantenimiento de la buena movilidad de los miembros, equilibrio y paz mental, al que combinó con una técnica manual de presión sobe la superficie del cuerpo.

(2) Kurakichi Hirata (1901-1945)
: terapeuta de Shiatsu que aprendió la técnica a los 18 años. Luego de haberse convertido al cristianismo, recorrió todo el país para difundirlo. A los 25 años, se puso a estudiar la medicina occidental que luego abandonó para estudiar psicología. También estudió la filosofía japonesa e intentó, en una visión de síntesis, sistematizar una medicina basada en los principios de la medicina oriental.

(3) Zonas de Hirata
: Según Hirata, toda anomalía o patología de un sistema orgánico interno se traduciría a nivel de estas zonas determinadas en la piel, representadas como bandas horizontales y circulares, de las cuales el cuerpo estaría totalmente recubierto, y al ejercerse una acción sobre estas zonas cutáneas, se influiría a su vez sobre los sistemas orgánicos correspondientes. Se trataría de doce bandas en cada una de las siguientes secciones corporales: coronilla craneana/rostro, base del cráneo/cuello, tronco, y cada uno de los miembros superiores e inferiores, cada cual corresponde en cada sección a uno de los sistemas orgánicos determinados, en este orden: bronquios, pulmones, corazón, hígado, vesícula biliar/páncreas, bazo, estómago, riñones, intestino grueso, intestino delgado, vejiga, órganos genitales. En otros términos, cada sistema orgánico tendría su propia zona de reflexión cutánea en cada una de las partes del cuerpo. Por lo tanto, estas zonas podrían, según él, aprovecharse para el diagnóstico y el tratamiento.

(4) Judo-Seïfuku
:Judo Seïfuku –de “Sei”: arreglar, ordenar, y “fuku”: regreso al origen, al punto de partida-: método de corrección de los desequilibrios del esqueleto tradicional del Judo.

(5) Kyôseï
: el término significa literalmente: recomponer lo que se torció, luxó o fracturó. Este método consiste en recomponer las articulaciones dislocadas o en reducir las luxaciones, fracturas, etc.… solo con la fuerza del terapeuta (como lo hacían antiguamente los ensalmadores)

(6) Acidosis sanguínea
: término por el cual el Dr. Kan Katase – fisiólogo japonés de principio de siglo, profesor del la universidad de Osaka, conocido por su teoría sobre el equilibrio ácido-básico de la sangre – designaba el trastorno de este equilibrio, generador de patologías y en el que la acidez se vuelve predominante. Según el Dr. Katase, cuyas conclusiones concuerdan con las del gran fisiólogo, su contemporáneo Walter Cannon, este equilibrio es la función de las proporciones en sangre de ácido carbónico y de carbonato de sodio y debería inclinarse, para una buena salud, hacia una leve alcalinidad (Ph 7,4). También consideraba este equilibrio ácido-alcalino como relacionado con la alimentación, teniendo en cuenta este factor a la hora de dar recomendaciones.

(7) Kansaï
: de “Kan”: barrera; “saï”: Oeste – el término alude a la región occidental de la isla principal – Honshû – del archipiélago japonés. En esta región se encuentran las metrópolis de Osaka, Kyoto y Kôbé, entre otras.

(8) Kantô:
de “Kan”: barrera; “Tô”: Este – región oriental de Honshû, la isla principal del archipiélago nipón, donde se sitúa Tokio, su capital.

(9) Flauta del Anma
: como eran ciegos (desde la era Tokugawa, el ejercicio de la profesión se reservaba exclusivamente a ellos por decisión legislativa), los terapeutas de Anma tocaban, hasta no hace mucho tiempo, la flauta en la calle para atraer clientela. Hoy en día esta costumbre prácticamente desapareció, al menos en las grandes ciudades.

(10) Téaté
:
””Té” significa “mano”, “até”: “tacto”. “Téaté” significa entonces literalmente: tacto de la mano. Y a partir de esto puede tener por extensión, el sentido de gratificación, prima, subsidio, indemnización (familiar, por vivienda, por desempleo, etc...) y tiene también el sentido de tratamiento, cuidado.

(11) Hanshu-Yuwen-Zhi
: - de “Han”: nombre que designaba la dinastía china de los emperadores del mismo nombre (200 aC – 200 dC); “Shu”: libro; “Yuwen”: ciencias y letras; “Zhi”: catálogo - : Catálogo, cuya redacción en la época de los Han Posteriores (siglo I de nuestra era) se le atribuye al historiador chino Hang-Gu, en el que fue inventariado el conjunto de los escritos de todas las disciplinas que existían en China en esa época.

(12) Shinsen
: literalmente técnicas "de larga vida" o de "inmortalidad"

(13) Kikô
: de “ki”: energía y “kô”: obra, efecto; técnica de concentración del Ki – en parte mediante movimientos del estilo del Taï-Chi-Chuan – que tiene por efecto reforzar la vitalidad física y la fuerza mental – tradicionalmente utilizada tanto como ética personal o método de longevidad por los antiguos Confucionistas y Taoistas como en las artes marciales o en medicina para curar por transmisión de energía a través de las manos.

(14) Jûkin
: de “Jû”: maldición; “kin”: detener: término por el que se denominan las técnicas de exorcismo o de conjuros y sortilegios.

(15) Era Heïan
: periodo de la historia japonesa que se extiende sobre cuatro siglos: desde 794, fecha de la fundación de Heîan-Kyô (antiguo nombre de Kyoto) como capital, bajo el régimen imperial de los Fujiwara, hasta 1192, fecha del nombramiento del jefe militar Minamoto Yoritomo al mando del gobierno Shogunal, establecido en Kamakura, que suplantó en 1185 al poder imperial. Periodo pacífico en que floreció la cultura aristocrática japonesa en el campo del arte y la literatura y en que se introdujo el budismo esotérico.

(16) Medicina de Kôhô
: “kô”: literalmente “imperial”, es un término que alude de modo general al imperio del Japón, y “Hô” es el equivalente japonés del chino “Taô”: vía, ley, orden.”Kôhô” significa el “Tao” del imperio japonés, de algún modo la identidad imperial japonesa. Una medicina de Kôhô es una medicina de identidad específicamente japonesa, en la línea del Tao del Japón imperial.

(17) Onko Chishin
: “Onko” significa: tener estima, consideración hacia… y estudiar las cosas antiguas; y “Chinshin”: descubrir cosas nuevas. “Onko Chinshin” es descubrir cosas nuevas a través del estudio de las cosas antiguas.

Shizuto Masunaga

Publicado en la revista "Ido No Nippon"

Traduccion:E Kohen

Revisión técnica: Daniel Donatto

Agradecimientos: A Pepe Gil Vázquez por el soporte y la colaboracion

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola, muchas gracias por el trabajo que has puesto en tu blog y por lo interesante de los contenidos. Te agradecería me comentaras donde puedo conseguir los posters de los meridianos ya que ha sido imposible conwseguirlos en la web para importarlos. muchísimas gracias
solzenshiatsu@gmail.com